CUANDO DIOS GUARDA SILENCIO


 


¿Alguna vez has sentido que Dios no te escucha, o que tú no puedes escucharlo a Él? Quizá estabas viviendo un tiempo de avivamiento y de repente dejaste de sentir Su presencia. Tal vez estabas atravesando una situación difícil y la única respuesta a tus oraciones era el silencio.

Hace tiempo le sigo la pista a un ministerio que evangeliza en Medio Oriente, especialmente a gente del Islam en Turquía. 

El Pastor de ellos fue encarcelado acusado falsamente de conspiración por los islamistas radicales; aquello se volvió una cuestión política, pues el presidente de Turquía quería ganar la simpatía de los musulmanes. 

Encarcelar a Andrew fue la decisión más sensata para el presidente Turco. Andrew Brunson fue encarcelado en aislamiento total por un año. En palabras de él, aquello fue una tortura. No tenía con quien hablar, no tenía contacto con su esposa ni sus hijos, ni tampoco lo habían llevado a juicio. Brunson cuenta que, antes de eso, él tenía una idea romántica de la persecución y el encarcelamiento por causa de Cristo, algo como que nada de lo que pasara ahí dentro iba a dolerle, o que estaría completamente tranquilo sin más necesidades. Los primeros días de aislamiento, él podía sentir la presencia de Dios y orar todo el tiempo, después, cuenta que sentía que sus oraciones sólo se topaban con una pared y volvían a él. El gozo se escondió, lo apagó el aparente silencio de Dios.

Mientras el Pastor Andrew vivía momentos de desolación dentro de la prisión, afuera había un movimiento de oración internacional por su liberación y un juicio justo. Miles de personas se unieron a esta oración. Incluso, el Presidente de Estados Unidos intervino exigiendo la liberación del Pastor, pues es ciudadano americano. Comenzó aquí una discusión entre los mandatarios de ambos países. Turquía se negaba a soltar a Brunson y Trump respondió cobrando impuestos muy altos a las importaciones de los productos provenientes de Turquía, lo que llevó al país a una devaluación económica que afectó incluso a la economía de América Latina; sí, a México también. Quizá lo recuerdes porque en esos días, el valor del peso frente al dólar superó los veinte pesos. Todo esto por un hombre: Andrew Brunson.

Mientras tanto, él libraba una batalla contra su mente, la depresión y crisis de ansiedad, ocasionados por su percepción de la ausencia de Dios. Andrew comenta avergonzado que llegó a sentirse ofendido con Dios. Puede ser que en este punto te estés preguntando: “¿Cómo es posible que un Pastor se comporte de esa manera?”, Y que en tu pensamiento encuentres criticable la forma en que él enfrentó la cárcel. Pero hubo un día, donde el aislamiento, la añoranza de su familia, la tortura emocional que representaba estar ahí lo llevaron al clamor, un clamor que quizá tú también has hecho: “¡Dios!, ¿en dónde estás?” Y la respuesta vino, no como que Jesús se apareció en su celda, tampoco escuchó una voz del cielo, simplemente él comenzó a orar, en su corazón estaba ese dolor con tintes de ofensa, como de un hijo asustado que clama a su padre y su padre no viene, y entonces sus labios comenzaron a pronunciar “Te amo Jesús” y su voz se volvió más fuerte declarando su amor por el Señor. Esa fue su respuesta, el amor a pesar de todo, el Señor libró sus pasos de la apostasía y le dió además un corazón consciente de que su amor por Jesús va más allá del sufrimiento, es más profundo que las emociones que podamos experimentar.

Para mí era fácil ver el amor de Dios por el Pastor Andrew, desde afuera veía lo que Dios estaba haciendo y el mundo también, pues fue noticia mundial. Mientras él sólo esperaba en silencio, con oraciones que aparentemente rebotaban con la pared. Eso me dió una gran lección. Yo también he sentido el dolor que provoca el silencio de Dios, he estado en el lugar de intimidad buscando Su rostro sin ninguna respuesta. No hablo solo de las ocasiones donde no recibes lo que pides en oración, sino de esas veces en las que oras y sientes que nadie te escucha del otro lado, abres tu biblia y lees una y otra vez sintiendo que tú tampoco escuchas Su voz. Brunson comenta que Dios siempre promete que estará con nosotros y él es fiel para cumplir sus promesas, pero no prometió que siempre seremos conscientes de Su presencia.

La historia de Cantar de los Cantares es un reflejo de esta situación. En un principio, la novia y el novio están cerca, disfrutan uno del otro. Luego, llega un momento en que el novio va a buscar a la novia, ella dice que está en su cama, ya lavó sus pies, ¿Cómo va a levantarse? Entonces él mete su mano por la ventana, tratando de abrir la puerta para ver otra vez a su amada. El corazón de ella se conmueve y se levanta de su cama para ver a su amado, pero él ya se había ido “y tras su hablar salió mi alma, lo busqué y no lo hallé, lo llamé y no me respondió” (cantares 5:6). Ella comienza una búsqueda para encontrar a su amado, era ya de noche y recurre a los guardias de la ciudad, quienes en lugar de ayudarla la golpean. Las doncellas de la ciudad le preguntan, ¿quién es tu amado más que otro amado para que le busques?, como diciéndole ¿para qué soportar tanto sufrimiento?. Entonces ella alaba a su amado describiendo su gloria, por supuesto que no desistirá hasta encontrarlo.

El silencio de Dios es el tiempo donde nosotros, como la sulamita, debemos buscar a nuestro Amado con esa perseverancia. Venciendo la oscuridad de la noche y la sensación de soledad con el fuego que arde en nuestros corazones al recordar la gloria del Amado, ¡Él es digno! Al pasar del tiempo veremos cómo ahora tenemos un amor más maduro y probado por nuestro Dios.

La próxima vez que estés sentado escuchando únicamente el silencio de Dios, recuerda Su gloria y Su hermosura, recuerda Su dignidad, persevera en su búsqueda. No temas, no significa que no está ahí. Él es fiel para cumplir Su promesa: siempre está con nosotros. Si sientes que es un pecado lo que te mantiene lejos, entonces recuerda: Abogado tenemos. Preséntate en arrepentimiento y Él es misericordioso para perdonar.

"Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor;

Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.

Las muchas aguas no podrán apagar el amor,

Ni lo ahogarán los ríos.

Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,

De cierto lo menospreciarían."

Cantar de los Cantares 8:6-7


Te dejo esta canción como recomendación.

Con amor, Lilia Sánchez.




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