Y TÚ, ¿LO AMAS?

 



Y TÚ, ¿LO AMAS?

Una mañana en mi tiempo devocional leí el Evangelio de Juan, la parte donde Jesús le pregunta a Pedro: “¿Me amas? entonces apacienta mis ovejas”. La verdad esa mañana fue un devocional bonito, pero nada extraordinario, sin embargo me inquietó la pregunta que le hizo a Pedro. Por varios días esa pregunta me turbó como seguramente lo hizo con Pedro.

Hasta que llegó el momento… Sí, así es, Jesús me hizo la pregunta: “Jorge, ¿Me amas?” Y, a diferencia de Pedro, yo no pude contestar al momento, así que estaba aún más inquieto, porque era yo quien tenía que responder ahora, ya no Pedro, sino yo. Después de varias luchas internas recordé un momento muy especial en mi vida que me identificó con ese pasaje. Casi pude sentir que estaba a un lado de Pedro ese día.

Cuando conocí a Jesús, antes de presentarse, me dio de comer. Fue un día en el que Iliam Ríos,  quien ahora es mi esposa, me invitó a un convivio en la iglesia. Recuerdo que nos dieron carnitas (Por cierto, muy buenas. Estoy seguro que Jesús puso su toque especial en ellas). Terminando de comer, la hermosa mujer antes mencionada me invitó a conocer al pastor Luis Martínez y delante de él me propone hacer la oración de fe (sí, esa oración que te cambia la vida) La verdad acepté por compromiso, ya que, pues, me comí como un kilo de carnitas. Debo confesar que cuando estaba haciendo la oración estaba escéptico, y ya saben que los escépticos son los favoritos de Dios. Pero lo que pasó ese día fue hermoso porque pude sentir al Espíritu Santo.

Después de recordarlo, me dispuse a contestarle a Jesús. Debo aclarar que cuando Él me hizo esta pregunta, al igual que Pedro, no estaba en el mejor momento. Mi relación con Papá (Dios) no era la mejor, la economía era mala y el matrimonio no era color de rosa. Aún así, mi respuesta fue la siguiente:

Cómo no amarte, si me rescataste de la muerte eterna.

Cómo no amarte, si por mi soportaste azotes, humillaciones y burlas.

Cómo no amarte, si me redimiste, justificaste, limpiaste y compartes tu herencia conmigo.

Cómo no amarte, si rescataste a mis padres del mundo.

Cómo no amarte, si me diste unos padres maravillosos, que me enseñaron tanto.

Cómo no amarte, si me diste como esposa a la mejor de tus hijas.

Cómo no amarte, si sustentas mi vida cada día.

Cómo no amarte, si a pesar de mis defectos, fallas y errores siempre estás ahí.

Cómo no amarte, si sé que, cuando Papá me llame a casa, estarás ahí acompañándome en el juicio.

Cómo no amarte, si estarás a mi lado por una eternidad.

Cómo no amarte, si tú me enseñaste el significado del amor.

Así que, sí, Jesús, te amo. Eres lo que más amo.

Es por eso que ahora apaciento a esos jóvenes, a los cuales amo con todo lo que soy, y los enseño a amar a Jesús como yo lo amo.

Amigo, amiga, amado lector, y tú ¿LO AMAS?

Saludos, Jorge Franco.





Comentarios

Entradas populares