DESPIERTA...




DESPIERTA, ES TIEMPO DE CONSTRUIR


El 31 de diciembre de 2019 China alertó a la OMS sobre un brote de neumonías atípicas en una región de su país, unos pocos días más tarde descubrieron que se trataba de un virus nuevo y personas comenzaron a perder la vida. En los primeros quince días del a penas iniciado 2020 se reportaron y confirmaron casos del mismo virus recientemente nombrado SARS-cov2 en Tailandia y Japón. Los focos rojos se encendieron, se acercaba una pandemia que sería muy difícil detener.

Veía noticias sobre lo que pasaba en China, muchas eran escalofriantes, como si se tratara de historias sacadas de la fantasía para ponerlas en un libro de terror. También escuché sobre la iglesia de aquel país, saliendo de sus escondites, pues meses antes comenzó una dura persecución contra ellos orquestada por el régimen comunista. Como hombres de fe se levantaron, salieron a las calles, regalaron mascarillas, comida, artículos de limpieza, anunciaron el Evangelio y dieron esperanza. Aún con todo eso, parecía algo muy distante, algo que no pasaría aquí. Tres meses después la situación era muy distinta. Reflexionando al respecto, mi pensamiento era como el de muchos: “sí, está pasando, pero no significa que me pasará a mí”.

 

En febrero me uní a un ayuno global de 40 días, a la mitad del tiempo transcurrido en ese ayuno, la pandemia nos alcanzó y eso aumentó la intensidad de la oración. No puedo recordar exactamente cuántas personas eran parte de este movimiento en todo el mundo, pero eran cientos de miles que clamaban a una voz “Señor, ten misericordia, sana nuestra tierra”.  Pero los días más oscuros estaban por venir, sin embargo ese tiempo de ayuno nos había preparado, era el momento perfecto para despertar a un avivamiento global.

 

Cuando anunciaron la cuarentena en nuestro país, debo confesar que me emocioné un poco. Trabajar desde casa me daba la oportunidad de organizar mejor mi tiempo, de leer todos los libros que tenía pendientes, de pasar más tiempo en intimidad con Dios. Me imaginaba los días perfectos en los que por fin podría pasar horas a solas con Él; Solo mi Biblia, Dios y yo. Desafortunadamente se quedó en mi imaginación.

El trabajo me consumió, comenzaba muy temprano y terminaba muy tarde y el tiempo que me quedaba lo dedicaba al entretenimiento y luego lidiaba con el sentimiento de culpabilidad. No dejé de leer mi biblia un solo día, tampoco falté a ninguna célula, ni he postergado sentarme con mi familia a ver la reunión del domingo. Aún así, la comunión no era suficiente y yo lo sabía, el avivamiento se tornó en adormecimiento.

Entre el término del ayuno y los primeros días de cuarentena estaba leyendo el libro de Hageo y tuvo todo el sentido para este tiempo, viví con el fuego en mi interior por unos cuantos días y luego lo olvidé. Hoy Dios lo trajo de vuelta a mi memoria y Su voz es casi audible para mí en este versículo:

 

“ ¿Es para ustedes tiempo, para ustedes, de habitar en sus casas artesonadas, y esta casa está desierta?” Hageo 1:4.

 

Estoy en la comodidad de mi hogar, encargándome de lo que pasa aquí, viviendo el día a día y cumpliendo todas mis obligaciones, pero ¿y la casa de mi Padre? No me quiero conformar, ojalá fuera la única que está pasando por este adormecimiento, sin embargo sé que no es así.

Así es que hoy te digo: ¡Despierta, levántate y construye la casa del Señor! Si como a mí te arrulla el entretenimiento, clama porque vuelva a ti la pasión por Jesús; si te adormece la ansiedad quítale tu atención y pon los ojos en Jesús; si es que tu letargo viene del afán del día a día, recuerda que la eternidad es más importante.

Las cosas pasan, las profecías se cumplen, el momento llega, las oportunidades se van, el tiempo se acaba. Jesús vendrá, así como vino la pandemia: viendo las señales de lejos y en un parpadeo estará aquí.

Aunque tuviera las palabras, éstas jamás serían tan eficaces como la Palabra de Dios, así que te dejo con los versículos 4 al 7 del capítulo 2 de Hageo (te recomiendo leer todo el libro, son solo dos capítulos):

 

“Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobren ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajen; porque yo estoy con ustedes, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con ustedes cuando salieron de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de ustedes, no teman. Porque así dice Jehová de los ejércitos: de aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

 

Con amor, Lilia Sánchez.


 

 

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