Encuentro





“Encuentro que eres Tú”

Hace no mucho, cada mañana al despertar lo primero que
observaba, era un pequeño cartel que dice “No te rindas” y debajo
un verso de la Biblia, me encontraba pasando una etapa rara,
como cuando en las películas el personaje ve pasar su vida día
tras día, plana, gris y rutinaria, haciendo de todo sin mucha
ganancia aparente. Espiritualmente me encontraba como cuando
tratas de conectar con Dios y no puedes ¿Lo has sentido?

Ese cartel lo puse como un recordatorio “Prosigue, no cedas, algo
pasará”, pero resulta más difícil de lo que parece, las personas a tu
alrededor te dicen ¡Échale ganas! ¡Lee más, ora más! ¡Revisa tu
vida! y cuestionan incluso si estás pecando, sin embargo
difícilmente te sientes entendido o ayudado. Lo intentas, por
momentos desistes y luego continúas esforzándote, pero
extrañamente las cosas solo no fluyen y viene esa emoción
llamada frustración.

Esa era mi condición, pero pronto todo cambio, las noticias lo
anunciaron Covid19 “Quédate en casa”, cambiando todo
drásticamente, de una rutina pasamos a no saber más allá de lo
que de a poco nos darían a conocer el Gobierno, Instancias
mundiales, y cada agrupación de la que formásemos parte.

La cuarentena apareció con trabajo en casa, tareas escolares a
montón, preocupación por el qué comer diario, y mil cosas más,
pero también nos ha dado la oportunidad de elegir como
distribuimos nuestro tiempo, un consejo frecuente ha sido “Lee
más”, frente a la angustiante búsqueda por cambiar mi situación,
ya expresada, tomé el consejo y me aventure en la Biblia con
mayor detenimiento que en la cotidiana usanza.

Lucas 24 relata que “Dos de ellos” refiriéndose a discípulos de
Jesús (no de los once apóstoles, el versículo 33 dice que ellos
estaban en Jerusalén) caminaban hacia una aldea de nombre
Emaús, y mientras hablaban sobre las últimas noticias, no había
más tema que de aquel hombre que esperaban salvaría a Israel y
había muerto en una Cruz, a la caminata se les une un hombre que
les pregunta sobre su discusión, los hombres asombrados porque
que no conociera las noticias top de la semana, le cuentan un poco
de todo, hablan desde su tristeza, un tanto frustrados por todo lo
ocurrido desde aquella horrible muerte y hasta lo ocurrido esa
mañana tres días después, sorprendidos del anuncio de las
mujeres sobre la tumba vacía del Maestro, de la aparición de
ángeles y una resurrección, realmente no sabían qué creer, nadie
aún le había visto.

¡Vaya situación narrada! era el mismo Jesús quien caminaba con
ellos, al ver su incredulidad los regañó para luego enseñarles

como toda la escritura de principio a fin hablaba acerca de él,
pero estos hombres ni en cuenta. Vamos a pensar bien esto, ellos
eran discípulos, habían presenciado discursos del Mesías, vieron
más de un milagro, fueron testigos de la vida de Jesús, pero
estaban demasiado ocupados sobre sus propias percepciones
como para ver a su Maestro frente a ellos.

¿Acaso no nos pasa igual? Quizá hemos estado viviendo tan en la
rutina, tan en nuestras ocupaciones diarias, que aunque tuvimos
un encuentro con Jesús, le declaramos nuestro Señor y vimos sus
milagros en nuestra vida, no hemos sido capaces de reconocerlo
en el caminar de nuestro diario vivir. ¿Hemos leído la biblia sin
mayor entendimiento que el que nuestra competencia lectora nos
permite? Sin la revelación de Jesús mismo a nosotros.

No tiene que ser este tu caso, tal vez tú seas como las Mujeres que
fueron y le buscaron, o como los once discípulos, con dudas y
temor sobre si aparecerá, en el mejor de los casos eres ese alguien
que no ha dudado ni un momento ni ha vivido estas crisis, y que
bueno, lo cierto es que probablemente en algún momento te hayas
encontrado caminando con Jesús sin darte cuenta de su presencia,
hasta que un evento fortuito ocurre, algo sucede que te lo
recuerda.

No pretendo romantizar la pandemia, es algo que desearíamos no
estuviese pasado, miles de vidas se están perdiendo en el mundo,
y sin duda es necesario orar guiados por el Espíritu Santo. No
obstante hemos entrado a nuestras casas y ante el desolado
panorama hemos sido más conscientes de nuestra necesidad de
buscar a Dios, ya sea reconociéndolo o al igual que estos
hombres, en primer momento ignorantes de su presencia.

“Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con
nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró,
pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado con
ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.
Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se
desapareció de su vista” Lucas 24: 29 – 32.

Meditando en esto hagamos como estos hombres, lleguemos a
casa, pidamos a Jesús que entre y se quede porque ¿quién sabe?
puede que al sentarnos a la mesa junto a nuestra familia nos
demos cuenta que la vida no se nos ha ido, que tenemos comida,
techo y aún en dificultad, no hemos desfallecido y el sol sigue
saliendo. De pronto nuestros ojos sean abiertos y reconozcamos
allí a Jesús frente a nosotros, bendiciendo y partiendo nuestro pan,
veamos en retrospectiva y descubramos una vez más su fidelidad,
en cada momento, en cada situación del pasado buena y mala.
Distinguiremos con claridad como Él estuvo antes, como está en

este momento y aunque desaparezca de nuestra vista, sepamos
con toda seguridad que Él Estará.

Jesús resucitó hace más de dos mil años, vendrá pronto, puede
que este sea el tiempo para reencontrarnos y al hacerlo Él resucite
en cada uno de nosotros lo que estaba muerto; la fe, la visión, la
esperanza, el amor, el llamado y mil cosas más.

Saludos, Edith B.
(les dejo mi recomendación de la semana)



Comentarios

Entradas populares